Sinfonía del Nuevo Mundo Dvorák

El estreno nacional de una obra reciente de Cassandra Miller, sugestivamente titulada Swim, abrirá un concierto en el que la música de raíz folk se exhibe con una exuberancia cautivadora. Tras disfrutar con una pieza que invita al oyente a diluirse en la contemplación del elemento líquido, el experimentado pianista Andreas Haefliger asumirá el protagonismo en el Concierto para piano y orquesta n.º 3, que Béla Bartók compuso en 1945, una composición rica en color y eventualmente trepidante, con ritmos inspirados por el folklore húngaro.

Esta pasión por las raíces, que demuestran la universalidad de la emotividad más particular -vinculada a un espaciotiempo- ya había sido musicalmente cultivada en el siglo xix por compositores románticos como Antonín Dvořák. Su Sinfonía n.º 9 en mi m, que data de 1893, ha trascendido por el sobrenombre “Del nuevo mundo”. Creada en Nueva York, culmina majestuosamente el opus sinfónico del compositor bohemio. En ella conviven melodías ya memorables, inspiradas por el folklore estadounidense, con otras reminiscentes de su país.